bierzo
Historias que pasan en mi paraiso, en mi comarca, el la Comarca del Bierzo
domingo, enero 29, 2006
PRIMERA PARTE. Girón, la muerte de un maqui. Historia de una traicción
Apenas había luz dentro de la cueva, por lo que decidió acercarse a la entrada para poder ver mejor, buscó la complicidad en la mirada de Adi y le regaló una sonrisa. Manuel se acomodó sobre una roca plana y sacó de su gabán un pergamino y un lapicero. Alisó el lienzo sobre su rodilla sosteniendo el lápiz entre los dientes.
Cañueto regresaba con un fardo de ramas secas a la cueva, llevaban los tres sólos varias jornadas. Se habían repartido las tareas de mantenimiento del campamento. Adila se ocuaba de la comida y la lavandería, Manuel se ocupaba de traer comida, debido a su pasado de cazador era el mejor candidato y Cañueto debía mantener caliente el refugio. Para las tareas de vigilancia se turnaban a partes iguales los dos hombres.
Manuel escribía sobre sus muslos una carta a la puerta de la cueva, Adi despellejaba una liebre que les serviría de comida para ese día. Cañueto pasó por delante de Girón y se detuvo a su altura.-Qué escribes camarada?-Manuel levantó la cabeza y le traspasó con su mirada-Cosas mías José- Cañete se sintió incómodo ante la contestación y titubeo antes de entrar a la cueva.
-Con esa leña no será suficiente-Le dijo Adila con tono templado-Iré a por mas- Contestó el miliciano. Cañete sacó el revolver que ocultaba bajo su chaqueta y comprobó las balas del cargador. Adi se mantenía concentrada en desollar la liebre y no se percató del gesto nervioso del guerrillero. Cañueto salió del refugio, caminaba con la cabeza hundida en el pecho y al pasar por delante de Girón susurró una frase-Qué dices?-Le preguntó confundido Manuel- Nada, que voy por mas leña, la que traje no es suficiente para cocinar esa libre....eso dice Adila- Cañete era un manojo de nervios, le temblaba la voz y sus rodillas bailaban bajo la pana de sus pantalones. Girón nunca había visto con buenos ojos a José, desde que se había unido al grupo se mantenía aislado, no participaba en las conversaciones y evitaba formar parte cualquier misión que acarrease peligro alguno,además, era raro que desconociera la ideología sindicalista aunque aseguraba haber pertenecido a la UGT en Salamanca.
El día era primaveral, como debía de serlo un dos de Mayo, las hojas sonaban desde los árboles movidas por la leve brisa que soplaba de un lado a otro, el sol dominaba un cielo azul exento de nubes y sólo el canto de los pardales parecía romper el monotonismo reinante. José se situó a un par de metros frente a la espalda de Girón, sacó su pistola y estiró el brazo apuntando a la cabeza del partisano. Su mano asía con fuerza el arma en un intento de apuntar a la testa de Manuel, el codo le temblaba a espasmos de izquierda a derecha, su vista se nubló debido a una espesa gota de sudor que bajaba por su frente y sus dientes mordían con fuerza el interior de los carrillos.
-¡CAMARADAAA!- El grito de José violó el silencio y todo a su alrededor pareció deternerse por un instante. El eco de un disparo sono desde el valle de los Puentes de Malpaso y recorrió toda la comarca enmudeciendo el sonido primaveral del bosque y tiñendo de rojo el cielo azulado.
Me sobresaltó el sonido del teléfono.
-Sí?
-Jorge, soy Benito- Reconocí a mi viejo amigo de la mili, trabajaba de documentalista para el gobierno y le había telefoneado unos días antes.- He localizado a Adila González, aún vive, es de los Barrios, como Girón, al parecer quiere olvidar todo aquello, no te será fácil hablar de Girón con ella.
-Gracias Benito, estaremos en contacto.- Benito había estudiado Blibioteconomía y documenteción en Salamanca, le conocí en Melilla, durante el servicio militar, era hijo de un jubilado de la MSP y durante mucho tiempo mi mejor amigo. Colgué el auricular y sonreí, no necesitaba hablar con Adila, me bastaba con saber que seguía viva y que podía verla. Necesita poner rostro a una historia que desde mi llegada al Bierzo me había fastinado, la historia de un guerrillero que plantó cara a todo un ejército y que desde la oscuridad de las montañas había tenido en jaque a todo un estado.
Continuará.
Este relato es una mezcla de ficción y realidad no pretende ser un documento que relate hachos verídicos por lo que algunos personajes y situaciones son imaginarias y están basadas en relatos escuchados por el autor
miércoles, enero 11, 2006
Los niños del Wolfram
El cartucho de dinamita estaba encajado en una endidura escarbada en la roca, Elías y su compañero intentaban encender el fósforo rascándolo con nerviosismo sobre la áspera lija, pese a estar acostumbrados a hacerlo, cada vez que repetían la operación su corazón palpitaba con tanta fuerza y celeridad que parecía estar a punto de reventar dentro de su pecho. El silencio era absoluto, sus manos dejaban resbalar el sudor que les bajaba por ambos brazos y sus alientos jadeaban intermitentes.-¡Por fín!-Gritó uno de los niños. La cerilla brillaba encendida, arrimaron la llama a la mecha y esta chisporroteó en seguida. Normalmente el filamento tardaba unos diez segundos en llegar al cartucho, tiempo suficiente para correr y buscar resguardo en algún lugar seguro. Esta vez la mecha se consumió con enorme celeridad. Con la cerilla todavía entre los dedos, Elías sintió el fuerte estruendo de la detonación y un potente empujón le tumbo de espaldas sobre la hierba. Sentía el eco vacío en sus oidos y la luz del día parecía haberse esfumado de repente. Un insoportable dolor le traspasaba la cabeza que le recorría todo el cuerpo desde la testa hasta los pies. Separó las manos de su rostro y descubrió la palma ensangrentada, una piedra se había desprendido de la roca a causa de la explosión y le había taladrado el ojo derecho. Desde aquel entonces, en lugar de ser conocido como "Elías el pescadero"(debido a la tradición familiar), se le conocería con el sobrenombre de "Elías el tuerto".
Antonio levantó la manga de su chaqueta mientras me miraba con ojos burlones, elevó el brazo hasta la altura de mi retina y me mostró su reloj, era un certina con la caja fabricada en oro .-"Lo compré con el primer dinero que saqué cogiendo Wolfram"-Fanfarroneó risueño.-"Por aquél entonces apenas abultaba un palmo más que tu hijo".
Antonio hacía años que peinaba canas, era un veterano que había impartido clases en la escuela forestal de Lorizán, en Marín y que la nostalgia había hecho abandonar el olor a celulosa por el perfume almendrado de las montañas bercianas.Ya en tierras leonesas trabajó de capataz en Obras Públicas hasta que un desafortunado comentario sobre una persona inadecuada forzó su marcha de la empresa estatal. Acabó construyendo y levantando su propia granja en su pueblo natal, Molinaseca.
Antonio me relataba la historia de su amigo Elías-"Un primo mío tambien perdió otro ojo, pero ese fué por confiado"-Comentó con gesto indiferente.
Me encanta escuchar a Antonio, debido a un accidente de moto, su tabique nasal había perdido la perpendicularidad y su voz sonaba como desde el fondo de un barreño, abriendo exageradamente la boca a cada palabra para poder respirar al mismo tiempo que hablaba.
Me dibujó con sus palabras aquellos años. Años llenos de necesidad y de picaresca.
"La ciudad del dolar". Así era como se conocía Ponferrada a principios de los años 40. La demanda de Wolfram, un metal usado por los alemanes para fabricar armamento, había multiplicado los ingresos de muchas familias bercianas que se lanzaban al monte en busca de este nuevo tesoro de aspecto negruzco. Los chavales de la época se hacían con cartuchos de dinamita y ajenos al peligro, estallaban las montañas para extraer de sus entrañas rocas de Wolfram que venderían después a cambio de una perronas con las que comprarían todo aquello
que la precariedad de la posguerra les había vetado.
Esta siempre ha sido tierra de luchadores, gentes que han sabido aprovechar la riqueza de la naturaleza que les rodea. Tierra criadora de pequeños Lazarillos que han sabido burlar el hambre aún en tiempos de extrema escasez.
Desde mi ventana puedo ver las montañas. La niebla, como de costumbre, reposa a leves centímetros de la hierva, flota entre las ramas, envuelve las rocas y oculta el río, como protegiéndolo de mi mirada intrusa. Parece que desee guardar los recuerdos de aquellos jovencitos buscadores de Wolfram que corrían por sus laderas, escarbando y reventando las rocas, huyendo cargados de piedras entre burlonas carcajadas y fanfarroneando de su nueva y efímera condición de ricachones con sus tesoros en el fondo de un morral.
domingo, enero 01, 2006
El suicidio como escapatoria
Desde lo alto del puente sentía el aliento del viento azotándole los cabellos, dirigió una última mirada al coche, en su interior habia dejado una nota de despedida, su última misiva, en la que explicaba la causa de este fatal desenlace. Cerró los ojos y lloró, sus manos soltaron la barandilla y su cuerpo cayó al vacío mortal.
Una nota en la prensa le había acusado de
pedófilo y eso era algo que no podía llevar sobre su conciencia, ya no podría enfrentarse a la sociedad con semejante carga.
Hace unas semanas me lo encontré cerca de mi casa, ojeaba un terreno cercano.
-Según el catastro me pertenecen dos metros mas, pero la dueña del terreno colindante no está de acuerdo.-Comentó él.
-Uf! Problemas de lindes, a mas de uno le han llevado a la tumba. Ten cuidado.-Le dije.
Sonrió.Dirigio su mirada hacia Jorge e hizo un comentario. Mi hijo jugaba con su moto a escasos metros de nosotros, nos saludó con la mano-"Sí crecen deprisa, verdad?"-Respodí orgulloso.
Pedro iba acompañado de un amigo, al acabar la medición se metieron en el coche y se fueron-"Suerte!"- Le grité. Sacó su mano por la ventanilla y se despidió con un giro de muñeca. Fué la última vez que le vi.
La noticia del suicidio me llegó por sorpresa, aquella tarde no paró de sonar el teléfono, nadie parecía saber lo ocurrido, pero todo el mundo había oído algo sobre el tema.
Un mes antes, Pedro había recibido la visita de dos inspectores de la policía de delitos informáticos que habían requisado los dos ordenadores que tenía en su casa. En el disco duro encontraron archivos de visitas a páginas pornográficas y en especial a páginas de sexo con menores, al parecer la policía había desmantelado una red pedófila a nivel internacional y se habían registrado visitas desde el número de teléfono de Pedro. Explicó a su familia que las visitas a esas páginas estaban causadas por el morbo y la coriosidad, y prometió no volver a hacerlo.
Unos días antes del suicidio, según me ha contado una persona cercana a él, había decidido alejarse para pensar que iba a hacer con su vida después del duro golpe recibido tras la publicación del artículo en un periódico local acusándole de pedófilo.
El espíritu de supervivencia es lo que estimula a todas y cada una de nuestras necesidades primarias, la principal razón de vivir es la vida misma. La sinrazón de negar la propia existencia sólo puede ser provocada por un inmenso sentido de desamparo. Imagino como debe de ser el momento de decidir poner voluntariamente fin a tu propia vida, lo considero, más que un acto de cobardía, un hecho de enorme y terrible soledad.
"Cada día que pasa, un
número creciente de niños
de todo el mundo son
objeto de explotación y
abusos sexuales. Es preciso
poner fin a este fenómeno
mediante una acción concertada
a todos los niveles local,
nacinal e internacional"
World congress against
Comercial Sexual
explotation of childrem.
Estocolmo 1996.
Paremos la pedofilia
domingo, diciembre 25, 2005
Mi bella dama
Fotografia amablemente cedida por Jorge Marsico.Argentina
Debía comer rápido, tenía que acabar el balance del año y aún había un montón de papeles pendientes sobre mi mesa. No había llegado el primer plato, el restaurante estaba repleto. Grupos de personas comentaban la jornada entre risas y estruendo, yo me aislé en mis quehaceres. De la entrada surgió la figura de una anciana de indescifrable edad, avanzaba a duras penas, tenía un tamaño diminuto y su espalda dibujaba una curva muy pronunciada. Llevaba una especie de chubasquero de color indefinido, desgastado desde la bastilla hasta el cuello, las piernas enfundadas en unos leotardos oscuros y polvorientos, y los pies encajados en unos vetustos zapatos carentes de tacón y roídos por todas partes. Me llamó la atención el color de su pelo, era negro mate por un lado y de un canoso albino por el otro. Se detuvo en todas las mesas, enseñaba una especie de cartulina que sostenía entre las manos. La gente apenas reparaba en su presencia y la despejaban con un simple ademán. Rodeó todo el comedor hasta quedar frente a mí, se acercó y me mostró la octavilla, ni siquiera llegué a leerla, mi mirada se quedó fija en el rostro de la dama, estaba surcado de fuertes y profundas arrugas que le hacían desaparecer los labios. Las cejas pobladas y blancas apenas dejaban vislumbrar la claridad azul de sus ojos, tampoco logré distinguir lo que me dijo, su voz sonaba gruesa, como si no saliera de aquel diminuto cuerpo, que parecía poseido por un gigante de voz profunda. Deposité sobre su mano una moneda de dos euros, y esta se cerró de inmediato, la anciana hizo un giro veloz y se alejó con celeridad. Observé a mi alrededor, me sentí curioseado, como un bicho extraño entre animales de otra especie. Otros todavía mantenían su vista fija en la ancina, que abandonaba el local con cierta celeridad.
Acabé rápido mi menú, ahorré el postre y el café, tenía prisa. Salí del restaurante y caminé con diligencia, el día era claro, pero el aire frío me sacudía con fuerza el rostro y me obligaba a entrecerrar los párpados. Había optado por dirigirme al restaurante andando, por lo que debía de cruzar varias calles hasta llegar a la oficina, aproveché para curiosear algún escaparate, la calle lucía abandonada, la gente comía y la vida de la urbe parecía aletargada. Disfrutaba del paseo cuando de una calle que bajaba perpendicular, surgió la figura de mi bella dama limosnera, casi chocamos, ella alzó la vista y me miró, pareció reconocerme pero no dijo nada, giró y aceleró el paso. Me detuve y observécomo se alejaba. Intenté imeginarla joven, me pregunté si el azul de sus ojos sería consecuencia del desgaste de tantas lágrimas. Enderecé su columna y dí brillo a sus cabellos. Me pregunté en qué momento de su vida había escogido el camino equivocado. A mis treinta y seis años, la vida me había puesto ante varias encrucijadas por las que fuí optando una a una hasta llegar a lo que soy, sé que mi existencia podía haber sido distinta si hubiera tomado otros caminos , cual de ellos me hubiera llevado al suyo, cual de los que me quedan por coger son los equivocados y cuales los apropiados. A lo lejos mi bella dama se giró, el cabello voló sobre sus hombros ergidos, eran cabellos negros, de brillante azabache, sus ojos oscuros se clevaron en los míos, de sus labios surgió una sonrisa, labios carnosos enfundados en carmín que resaltaban sobre unos dientes aperlados. Ya no llevaba puesto el andrajoso chubasquero, exhibía un traje claro, sus piernas eran largas y finas, de muslos firmes y estrecha cintura, su imagen parecía flotar sobre sus zapatos blancos de tacón.
Sonreí y dibujé con mis labios una frase:
-"Hasta pronto, mi bella dama".
lunes, diciembre 19, 2005
Los trece de Priaranza
Sobre la tierra revuelta, entre la quietud de los árboles, cerré los ojos y quise imaginar aquella noche del 16 de Octubre de 1936, me sobresaltó el estruendo de un disparo, un tiro de gracia que resonó por todo el valle, me estremecí como debieron hacerlo aquellos inocentes que esperaban espantados la bala que acabaría con su vida. Sentí su angustia, su incomprensión ante aquel hecho. Quise huir como debieron desear hacerlo ellos, correr ladera abajo, ocultarme entre los árboles, quise poder volar para escapar de la barbarie, quise llorar, pero no pude.
Recuerdo pequeños momentos que han quedado grabados en mi memoria, como aquella tarde del verano de 1993 junto a Evaristo, sentado en un escalón sobre una acera en Camponaraya. El era el padre de mi casera, le recuerdo feliz, siempre sonriente, exceptuando aquel par de minutos.
Allí sentados hablábamos de nuestras cosas, del tiempo, del trabajo, de fútbol, de antiguos ligues desaprovechados... Evaristo levantó la cabeza y su mirada desprendió un odio que en él nunca había visto, por la carretera, sobre una bici, pasaba un hombre de complexión gruesa que pedaleaba con dificultad, Evaristo musitó algo entre dientes y escupió sobre la acera.
-Todabía lleva pistola- Me dijo- Ese cabrón debería estar muerto.
-¿De qué le conoces?
-Era el chivato de los nacionales. Si te señalaba, eras hombre muerto. Siempre lleva pistola, teme por su vida, hay mucha gente que desearía verle muerto.- Por el tono de su voz adiviné que él era uno de esos.
De todas las guerras, la civil es la mas cruel, luchan hermano contra hermano, amante contra amado, vecino contra vecino, amigo contra ahora enemigo.
Siempre he escuchado historias sobre aquella guerra, me sorprendía la manera que la gente formaba a pasar parte de uno u otro bando, unos se encontraban en el sitio equivocado en una época equivocada, y eran alistados por aquellos que primero por allí pasaban, otros cambiaban de bando por la comida-"Al parecer el rancho era más abundante en la zona republicana"-, otros cambiaban por amistad o por estar mas cerca de los suyos, en realida creo que la gran mayoría no se sentía identificado con ninguna de las dos causas, que les había tocado luchar pero lo cierto es que no sabían ni con quién ni porqué. Si todas las guerras son crueles, aquellas en las que no sabes por que luchas, además de crueles son absurdas.
Sobre aquella cuneta de Priaranza todavía pueden oirse los llantos de las viudas, de las madres sin hijos, de los hijos sin padres, de los amigos sin camarada, todavía resuenan los disparos, el grito de los inocentes y el callado susurro de la venganza.
Imaginé la noche fría, el ruido de los neumáticos sobre la hierba, el barro, las voces de los pistoleros, la desesperación de las víctimas, sus súplicas, el desdén y las burlas de los ejecutores, la sangre fría del asesino y la resignación del ajusticiado.
Abandoné aquel pueblo en mi coche, por el retrovisor observé alejarse los árboles que ahora cubren las tumbas, aceleré, quise alejarme lo mas rápido posible, huir del recuerdo imaginado, huir con el deseo de no volver a oir mas tiros de gracia, de no volver a ver mas fosas inútiles, de no volver a contemplar mas lágrimas injustas. Huir de mi mismo, de mi estúpida condición humana que ha convertido este paraiso en un campo de batalla.
Este artículo está dedicado a la me moria de Juan Francisco Falagán, Enrique González Miguel, Manuel Lago, Emilio Silva Faba y a los otros nueve inocentes de Priaranza.
Para saber mas sobre la historia de los trece de Priaranza:
http://www.geocities.com/priaranza36/
Para conocer a los responsables de las exhumaciones:
http://www.memoriahistorica.org
domingo, diciembre 04, 2005
Viejas historias
Como dicta el encabezamiento de mi página esta es una puerta a las historias sobre el Bierzo, esas historias que a veces quedan en olvidos y no se transcriben, que surgen del boca en boca y van macerando en los recuerdos de los más antiguos del lugar. Ayer tarde, a la hora del café, me encontré con el señor José, un jubilado de la Minero de aspecto noble y sonrisa siempre a punto, suele recordar, en amenas conversaciones, retazos de aquella época de posguerra, donde a mis ojos todo luce en blanco y negro, y que para él son lúcidos recuerdos a todo color. La conversación empezó sobre lo turbio que bajaba el Meruelo, el me explico que el Sil, por el contrario, bajaba cristalino, que no era normal en tiempos de lluvias torrenciales.
-Bajamos al Puente de los Judíos-(relataba José)- a ver si seguía allí la trucha, es una trucha enorme que descansa en un lateral bajo el puente, y allí estaba, lleva varios meses merodeando por el lugar.-Me pareció delicioso, un grupo de veteranos bajando al la ladera del río a contemplar una trucha, la simplicidad del acto me conmovió, sólo, pensé, alguien de mente limpia y alma descansada puede recrearse con actos tan simples. José seguía relatándome sus recuerdos con voz suave, sin cambios bruscos en su entonación, como si relatara el prólogo de un cuento sobre la cama de un infante.-Antiguamente solíamos bañarnos allí, había un pozo enorme, nadie conseguía subir una piedra del fondo- Me explicó José para darme cuenta de lo profundo que era.- Los más osados-Prosiguió- Se tiraban desde una plataforma que estaba a un par de metros de la orilla, por lo que debían impulsarse bastante para no caer sobre las piedras. El que es ahora padre de el dueño del Hotel Madrid era un fenómeno, se tiraba haciendo el salto del ángel, claro que el venía de aprender esas técnicas de otros lugares, aquí, por aquel entonces, no teníamos piscinas.
Siguió relatando viejas historias sobre antiguos héroes locales que se tiraban al Sil para pescar truchas a mano, bajo un pequeño salto que provocaban las piedras, y que estos surgían del fondo con varias truchas en manos y boca y que eso se divulgaba por todo el pueblo de boca en boca exagerando cada vez mas la gesta y que donde eran dos truchas a la quinta boca que lo relataba eran cinco y que con los años podía preguntar a los lugareños y aun recordarían aquellas insignes hazañas de los antiguos pobladores del Sil. Siento no poder recordar los nombres de aquellos de los que me hablaba, pero estoy seguro que ellos si se recuerdan en los años 40 o 50 con sus cuerpos más fornidos y en forma para aguantar un par de minutos bajo las aguas del Sil a la sombra del Puente de los Judíos.
El señor José dejó de relatar y perdió su mirada en un punto lejano de la sala, mantenía ese aspecto amable y sonriente bajo su poblado bigote canoso, estoy seguro que en algún lugar de su mente sonaban los chapuceos, los gritos y los saltos del Sil de hace cincuenta años, cuando para él el futuro era incierto y el mío improbable.
sábado, diciembre 03, 2005
Molinaseca
Municipio de la Comarca del Bierzo,rodeado de preciosos paisajes de montaña lleno de árboles. Su economía está basada principalmente en industrias agroalimentarias relacionadas con los embutidos de cerdo y en el turismo rural, aumentando sus plazas de hospedaje en los últimos años.
En pleno Camino de Santiago, esta villa es visitada anualmente por decenas de miles de caminantes que disfrutan de sus paisajes y de sus gentes, quedando para siempre en su recuerdo.
Por su entrada del camino lo primero que nos encontramos es la Iglesia de las Angustias, que data del siglo XVIII, del que destacamos el retablo mayor hecho por Pedro Núñez de Losada. Cruzamos el río Meruelo sobre el puente románico y acabamos adentrándonos en el empedrado paisaje de sus estrechas callejuelas entre pétreas fachadas que parecen besarse por su cercanía. En el casco urbano encontraremos numerosos restaurantes y tascas donde saciar nuestra sed y nuestro apetito con vino de la tierra y sabrosas carnes. Antes de abandonar el laberinto calcáreo de sus calles debemos echar un vistazo al cristo de piedra que pone fin a esta ruta empedrada. Saliendo del pueblo nos encontraremos con su albergue para peregrinos del Camino de Santiago por el que han pasado notables huéspedes, escritores, cantantes, actores, y hasta, por entonces un futuro, y a día de hoy un auténtico papa, que pronóstico a su paso por esta tierra su futura misión y como si de un arca de los deseos se tratara esta comarca le concedió el privilegio de convertirse, como era su deseo, en el prelado de todos los cristianos, el Benedicto, el primer papa tras la era de Juan Pablo II.
También esta es tierra de conocidos escritores y de no tan conocidos "negros" que escriben para otros.....Pero esa es otra historia.
En fin, vine, me enamoré y decidí quedarme en esta lugar del que sigue sorprendiéndome la belleza de su quietud y de sus gentes, del verde y moteado paisaje y la tranquilidad que en mi provoca este entorno
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